24 tú que has mantenido a mi padre David la promesa que le hiciste,
pues por tu boca lo prometiste y por tu mano lo has cumplido este día.
25 Ahora, pues, Yahveh, Dios de Israel, mantén a tu siervo David mi
padre la promesa que le hiciste diciéndole: “ Nunca será quitado de
mi
presencia uno de los tuyos que se siente en el trono de Israel, con tal que tus
hijos guarden su camino andando en mi presencia como has andado tú
delante de mí.”
26 Ahora, Dios de Israel, que se cumpla la palabra que dijiste a tu
siervo David, mi padre.
27 ¿Es que verdaderamente habitará Dios con los hombres sobre la
tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto
menos esta Casa que yo te he construido!
28 Atiende a la plegaria de tu siervo y a su petición, Yahveh Dios mío,
y escucha el clamor y la plegaria que tu siervo hace hoy en tu presencia,
29 que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre este
lugar del que dijiste: “En él estará mi Nombre”; escucha la oración que tu
servidor te dirige en este lugar.
30 «Oye, pues, la plegaria de tu siervo y de tu pueblo Israel cuando
oren en este lugar. Escucha tú desde el lugar de tu morada, desde el cielo,
escucha y perdona.
31 «Cuando un hombre peque contra su prójimo y éste pronuncie una
imprecación sobre él haciéndole jurar delante de tu altar en esta Casa,
32 escucha tú desde los cielos y obra; juzga a tus siervos, declarando
culpable al malo, para hacer recaer su conducta sobre su cabeza y
declarando inocente al justo para darle según su justicia.
33 «Cuando tu pueblo Israel sea batido por su enemigo por haber
pecado contra ti, si se vuelven a ti y alaban tu Nombre, orando y suplicando
ante ti en esta Casa,
34 escucha tú desde los cielos y perdona el pecado de tu pueblo Israel
y vuélvelos a la tierra que diste a sus padres.
35 «Cuando los cielos estén cerrados y no haya lluvia porque pecaron
contra ti, si oran en este lugar y alaban tu Nombre y se
convierten de su
pecado porque les humillaste,
36 escucha tú desde los cielos y perdona el pecado de tu siervo y de tu
pueblo Israel, pues les enseñarás el camino bueno por el que deberán andar,
y envía lluvia sobre tu tierra, la que diste a tu pueblo en herencia.
37 «Cuando haya hambre en el país, cuando haya peste, tizón, añublo,
langosta o pulgón, cuando su enemigo le asedie en una de sus puertas, en
todo azote y toda enfermedad,
38 si un hombre cualquiera, experimentando remordimiento en su
corazón, eleva cualquier plegaria o cualquier súplica y extiende las manos
hacia esta Casa,
39 escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada, perdona y da a
cada uno según sus caminos, pues tú conoces su corazón y sólo tú conoces
el corazón de todos los hijos de los hombres,
40 para que te teman todos los días que vivan sobre la faz de la tierra
que has dado a nuestros padres.
41 «También al extranjero que no es de tu pueblo Israel, al que viene
de un país lejano a causa de tu Nombre,
42 porque oirá hablar de tu gran Nombre, de tu mano fuerte y de tu
tenso brazo, y vendrá a orar a esta Casa,
43 escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada, y haz según cuanto
te pida el extranjero, para que todos los pueblos de la tierra
conozcan tu
Nombre y te teman como tu pueblo Israel, y sepan que tu Nombre es
invocado en esta Casa que yo he construido.
44 «Si tu pueblo va a la guerra contra su enemigo por el camino por el
que tú le envíes, y suplican a Yahveh vueltos hacia la ciudad que
has
elegido y hacia la Casa que yo he construido para tu Nombre,
45 escucha tú desde los cielos su oración y su plegaria y hazles
justicia.